Éxito dulce
North Duke Street en el centro de Lancaster, Pennsylvania, huele como un postre. El aroma viene de un negocio pequeño de propiedad local que vende helados, chocolates caseros y stroopies: dos galletas delgadas de waffle con un centro de caramelo.
Las delicias son populares en Europa, donde se conocen como stroopwafels. Los trabajadores en la tienda de North Duke Street hornean alrededor de 10,000 stroopies por semana. La copropietaria Jennie Groff está orgullosa de su producto. Pero “lo que más me entusiasma”, dijo a TIME for Kids, “es que proveemos un empleo significativo a mujeres refugiadas que llaman a Lancaster su nuevo hogar”.
COURTESY JENNIE GROFFFundada en 2008, la Compañía Lancaster Stroopie tiene dos objetivos principales. Uno es hacer galletas deliciosas. El otro es hacer una diferencia en las vidas de mujeres refugiadas y sus familias mientras comienzan de nuevo en Estados Unidos. “Puede ser un poco solitario cuando uno está en un lugar nuevo”, dice Groff. “Y aunque las mujeres son de diferentes partes del mundo, existe esta comunidad que se desarrolló en el trabajo, la cual es realmente muy hermosa”.
Venir a Estados Unidos
Los refugiados son personas que fueron forzadas a dejar su país. Esto podría ser por motivo de una guerra o miedo a la persecución por su raza, religión o nacionalidad. Además, podría deberse a opiniones políticas o por ser miembro de ciertos grupos sociales. Hay alrededor de 26 millones de refugiados en todo el mundo. Casi la mitad de ellos son menores de 18 años.
Anne-Marie Gray es la directora ejecutiva del grupo USA for UNHCR. Su organización apoya la agencia de refugiados de las Naciones Unidas. “Estas son personas que no elijen irse”, dice de los refugiados. “Ellas tienen que irse, con frecuencia para salvar sus vidas o por su seguridad”.
COURTESY JENNIE GROFFActualmente, el gobierno permite hasta 15,000 refugiados por año para reubicarse y trabajar en EE.UU. El presidente Joe Biden dice que le gustaría aumentar ese número a 62,500 para este año. Cada solicitud de entrada en EE.UU. es revisada por el gobierno. El proceso de evaluación puede durar hasta dos años. Si se aprueba, un refugiado podría reasentarse en Lancaster.
Danene Sorace es la alcaldesa de la ciudad (lee “Una ciudad hospitalaria”). “El shock cultural de esta transición puede ser difícil”, dice. “Lo que [Groff] está haciendo es brindar un camino para que las familias puedan tener éxito y florecer”.
Nuevos amigos y vecinos
Mary Myint es de Myanmar, es un país en Asia. Ella se sentía insegura por ser cristiana. En 2013, ella y su familia se reubicaron en Lancaster. “Yo amo a Lancaster,” dice. Pero hubo desafíos: “La parte más difícil fue que no podía hablar en inglés”. Ella también necesitaba un trabajo. Pronto, Myint fue contratada por la Compañía Lancaster Stroopie. Ofrece clases de inglés para sus empleados.
COURTESY JENNIE GROFFEn enero de 2021, Myint se convirtió en ciudadana de EE.UU. Groff admira a Myint y otros refugiados reubicados. Hoy, Groff emplea a nueve mujeres de cuatro países: la República Democrática del Congo, Myanmar, Nepal y Siria. “Aprendí muchísimo de ellas”, dice ella. “Es muy divertido verlas venir y traer sus dones y talentos; nuestras vidas se enriquecen”.
Una ciudad hospitalaria
DANIEL SLIM—AFP/GETTY IMAGESLancaster, Pennsylvania, ha sido un lugar hospitalario por mucho tiempo. “Es parte de nuestro ADN”, dice Jennie Groff. En el siglo 18, personas amish y menonitas se reubicaron en el área para practicar libremente su religión. Aún hoy son una parte importante de la comunidad. En años recientes, la ciudad de Lancaster ha dado la bienvenida a un grupo diverso de inmigrantes y refugiados legales. “Nos preocupa su éxito”, dice la alcaldesa Danene Sorace. “Su éxito es nuestro éxito”.